Agradece todo lo que tienes, pues nada te pertenece y nada has conseguido. TODO te ha sido regalado.
Lo único que has hecho tú, ser mortal de carne y hueso, es disponerte con más o menos dedicación en el lugar adecuado y el tiempo adecuado, para que la suerte te favorezca.
Deja atrás la enfermiza creencia que te hace pensar que posees esos bienes, que mereces tales méritos o que cuentas con tan buena salud exclusivamente por tu esfuerzo personal; pues hay personas que aún habiéndose esforzado infinitamente más que tú, no han sido agraciados con las bendiciones de que tú dispones.
Agradece pues, a la vida y al universo por todo lo que te está siendo dado, empezando por estar vivo y ser consciente de tu propia existencia.
Y si alguna vez sientes que los dioses te han abandonado, recuerda a todas aquellas personas que sufren de inanición por haber visto destruidas sus cosechas o a aquellas que no tienen agua potable para saciar su sed, o a aquellas que ven a sus hijas ser lapidadas o a sus hijos muertos a manos de guerrilleros sin escrúpulos a cambio de unas pocas monedas.
Esto ocurre diariamente en el mundo. Dime ahora, si tu eres agraciado o no.